Message to Love: The Isle of Wight Festival

Aunque no tan conocida, por ejemplo, como Woodstock, la película Message to Love es mucho mas interesante desde un punto de vista cinematográfico y documental. Al igual que Let It Be, su interés radica en el reflejo fiel pero sincero del fin de una época. Un resultado que su director, Murray Lerner, un especialista en este tipo de producciones, probablemente no tenía previsto, pero que supo integrar adecuadamente en su película.

El Festival de la Isla de Wight de 1970 fue un desastre de principio a fin. Era el tercer concierto anual que se organizaba, y desde el principio la comunidad y las autoridades locales estuvieron en contra, escarmentados por las ediciones anteriores, y terminaron colocando el evento en unos terrenos que no reunían las condiciones mínimas para en evento de estas características. La masiva afluencia de público (se habla de 600.000 personas cuando el número previsto era de 50.000) colapsó todos los accesos a la isla lo que impidió la distribución de alimentos y bebidas a la multitud. Los promotores entonces tomaron una decisión lógica pero que resultó fatal: Establecer un perimetro vallado alrededor del recinto para permitir el acceso de los distribuidores y artistas. Esta valla fue vista por los asistentes como una jaula y estallaron en su contra, mientras que la inmensa mayoria de los asistentes, sin entrada, intentaban entrar a toda costa saltándosela.

Mientras tanto, los músicos eran ya profesionales, y los managers acosaban a los promotores pidiendo un pago para sus representados que no podían afrontar en esos momentos, con amenazas de retirada incluida.

El sentimiento de fin de era parece impregnar a todos los artistas: un pasado Hendrix moriría poco después de su actuación, al igual que un aun mas pasado Morrison, que premonizaba con su tema The End el fin de toda una época, la del movimiento hippy y los grandes festivales, y es doloroso ver a Joni Mitchell (ver video) interrumpiendo su actuación para pedir a la audiencia un poco de respeto por los artistas con lágrimas en sus ojos, después de que un espontáneo saltara al escenario, o a un Kris Kristofferson saliendo del escenario antes de acabar su actuación, enfadado por los gritos del respetable. Los mismos productores de la película tardaron casi treinta años en reunir los fondos suficientes para editarla y distribuirla.

El documental también recoge las actuaciones de los Who, Joan Baez, Ten Years After, Moody Blues, Free, Jethro Tull, Leonard Cohen, Miles Davis y la segunda actuación en directo de Emerson, Lake & Palmer, mientras que las actuaciones de gente como Chicago, Sly and the Family Stone, Procol Harum y la primera de Supertramp en directo no aparecen en la película.

Desde un punto de vista estrictamente musical A Message to Love (nótese que no es «of Love») no llega probablemente a la altura de Woodstock, de apenas unos meses antes, pero es apasionante y punzante comprobar cómo en tan poco lapso de tiempo los artistas parecen totalmente exhaustos y expectantes por los cambios que pronto llegarían (la inclusión de gente como ELP y Supertramp son un buen síntoma). Muchos no sobrevivirían.