Cry-Baby (John Waters, 1990)
¿Qué tienen en común gente tan dispar como Frank Zappa, David Byrne, Cab Calloway, Billie Holiday o Bill Frisell? Todos ellos nacieron en Baltimore, Maryland, EEUU. Y algo debe tener el agua de allí para que todos salieran como salieron.
Tambien de ese agua bebió John Waters, uno de los directores mas divertidos que ha dado el cine americano de las últimas décadas y que convulsionó el cine de los 70 con Multiple Maniacs (1970), rodada en 16mm y, sobre todo, Pink Flamingos (1972), ambas protagonizadas por Divine, tambien nacida, como no podía ser de otro modo, en Baltimore.
El éxito de estas dos películas permitió a John Waters dar el salto en los 80 a producciones como Polyester (1981) y Hairspray (1988) y de ahí – dentro de los parámetros del cine independiente – a una gran producción. El resultado fue Cry-Baby, una comedia musical ambientada en el Baltimore de los años 50 y la lucha de clases entre los Drapers y los Squares.
Es curiosa la similitud entre Waters y Frank Zappa. No sólo ambos tienen obras inspiradas en su ciudad natal, algo mas sorprendente en el segundo ya que se mudó a California cuando apenas contaba once años, sino que además comparten una pasión por la música de los 50. Si el homenaje de Zappa fué Cruising with Ruben & the Jets (1968) el de Waters fue Cry-Baby.
No nos engañemos: La película es mala. Pero como el mismo director reconoce, si conoces los defectos que le van a achacar, puedes exagerarlos, reirte de ellos, y dejar sin armas a tus críticos. Y la verdad es que lo consigue: En apenas 80 minutos podemos disfrutar no sólo del primer gran papel de Johnny Depp, sino de una mezcla ecléctica de apariciones estelares de Iggy Pop, Pat Hearst, Traci Lords, Troy Donahue, Joe D’Alessandro o Susan Tyrrell, y de una cadena casi ininterrumpida de temas grandiosos de Doo-woop y R&B (sólo dos temas fueron compuestos expresamente para la película, y no desentonan en absoluto). Todo ello en una loca coctelera de detalles que los aficionados a la obra de John Waters apreciarán.
La edición española en DVD, además, incluye un documental casi tan interesante como la película, y un imprescindible comentario del mismísimo John Waters.
Hola Arroyero, muchísimas gracias por dejarme un comentario en mi «especie de blog».
Decirte que la que peca de ingenua soy yo, que no tenía ni idea de que existiese Traci Lords. Así que para evitar confusiones de los «visitantes» y el cachondeo de mis amigas -que tampoco la conocían (ellos me imagino que sí, ya preguntaré :P) -, escribí el post.
Ahora si se quien es ella, y sin quererlo ni beberlo seguro que la debo unas cuantas visitas.
Y esta película tampoco la conocía, así que gracias por enlazármela. A ver si la consigo ver y veo en acción «comercial» a Traci… (ya es como de la casa, casi)
Un saludo!