Ugetsu Monogatari (1953)
Los «Cuentos de la Luna Pálida de Agosto» de Kenji Mizoguchi fue probablemente la primera película japonesa que vi, y ahora puedo presumir de haber acertado con la elección, aunque no recuerdo que fuera voluntaria.
León de Oro del Festival de Venecia de ese año, la obra de este hombre de 55 años pilló por sorpresa a una Europa que apenas empezaba a sacudirse los últimos rescoldos de neo-realismo italiano. Hay que recordar que en aquella época los premios de los Festivales de Cine europeos aún conservaban el prestigio del que ya carecen.
Esta hermosa historia de amor sobrenatural sigue a dos hombres en busca de un mejor futuro en pleno siglo XVI en la mejor tradición de los cuentos de hadas japoneses. Mientras uno busca la gloria en las armas, el otro, un humilde artesano, entabla una relación con una mujer que no es lo que parece. ¿O si?
Una de las cumbres del cine mundial, Ugetsu solo pide del espectador un poco de paciencia para envolverle en sus hilos y grabar imágenes en la memoria. De hecho, durante muchos años tuve una (un viaje en barca por un lago neblinoso) clavada en mis recuerdos que solo identifiqué la segunda vez que vi y que había olvidado.