Michael Jackson (1958-2009)
He esperado a propósito varios dias a que pase la tormenta mediática provocada por la muerte de Michael Jackson. Craso error porque, para empezar, no va a pasar en mucho tiempo y, por otro lado, porque ya se ha dicho todo lo que podría decirse. Desde los artículos elogiosos a los más críticos con su figura, pasando por los que hablan con conocimiento de primera mano.
Decía Juan Ramón Jimenez: «Comprendo un crítico suficientemente inteligente —rara avis— para hablar bien de lo bueno, o uno lo bastante leído para hablar bien de lo malo o mal de lo bueno; lo que no comprendo es un crítico que hable mal de lo malo».
Comparto su visión. Mi tiempo es demasiado valioso y escaso para perderlo en cosas que no me gustan, y mucho menos en escribir sobre ello. “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”, decía mi madre…
El conflicto parece ser principalmente hasta qué punto hay que separar el artista del personaje, pero yo lo tengo claro: Totalmente, y la diferencia es muy clara. La información del artista me llega directamente, a través de su trabajo (discos o videos musicales en este caso particular) mientras que el personaje me llega por terceras personas (medios de comunicación, un plano desafortunado, etc).
Lo difícil, una vez separados ambos términos y eliminado el segundo de la ecuación, es distinguir la opinión personal y la objetiva. Probemos…
Me gusta mucho lo que hizo con los Jacksons, y me gustan muchísimo el Off the Wall y el Thriller (evidentemente Quincy Jones y John Landis tienen mucho que ver). Desgraciadamente, musicalmente hablando, y a diferencia de Madonna (probablemente el último icono vivo) se quedó dando vueltas alrededor de los mismos conceptos musicales. Su talento sólo aparecería en momentos aislados, como en su última obra maestra: ScreaM
Objetivamente, para bien o para mal, su influencia ha sido enorme, y no solo musical. Sus videos musicales llevaron a otra dimensión el lenguaje propio del medio, y si bien originalmente su propuesta era llevar el lenguaje cinematográfico a estos videos, el resultado fue que éste último terminó contaminado por lo que pretendía influir y el legado de películas con estética de videoclip es tristemente apabullante.
Pero hay otra influencia que parece haber sido ignorada y que toca muy de cerca la temática de este blog. Los ochenta marcaron probablemente el punto mas bajo del baile y la coreografía y por extensión del cine musical, pero aparece este buen hombre y aunque coreográficamente no inventa nada (vean el último video de un antiguo artículo), consigue atraer a un nuevo público a la coreografía y a la danza, y por ende ésta última encuentra una nueva audiencia que le fuerza a innovar.
Es probablemente demasiado pronto de todas formas para calibrar la verdadera dimensión de Michael Jackson, pero he sentido su muerte.
Y para mí es suficiente.