Mark Twain, Groucho Marx, Casablanca, y el copyright
En esta confusa época en la que parece discutirse qué pertenece a quien convendría recordar que el debate no es nada nuevo. Los autores siempre han intentado proteger lo que consideran su trabajo y considero que parte de la problemática actual es debida a introducir en la ecuación un factor circunstancial como lo es la aparición de las nuevas tecnologías (internet, verbigracia).
A principios del siglo XX ya Mark Twain tuvo que incluso viajar a Canadá para luchar contra una Ley Internacional de Copyright que pretendía limitar el número de años que las obras generaban derechos al autor y pasaban a los editores. Én aquella época ya se usaban términos como “robo” y “piratas” para referirse a los involucrados. Su plan para sortear la expiración de los derechos era ingeniosa y moderna, como todo lo suyo:
A principios de siglo Twain ya llevaba tiempo escribiendo y haciéndose de rogar con su autobiografía, pero le preocupaba que a sus herederos se les privara de los derechos generados por su obra (y sus propias vivencias). Su plan consistía en reeditar sus obras periódicamente añadiendo partes de su autobiografía. Digamos que los derechos de “Tom Sawyer” van a caducar. Pues se preparaba una nueva versión añadiendo pies de página con párrafos enteros de su autobiografía, a ser posible relacionados con la obra o los pasajes en cuestión, de manera que se consideraban una obra nueva y volvía a generar derechos, abandonando ediciones anteriores que pasaban a ser lo que consideramos actualmente de dominio público, para entendernos. De esta forma actualizaba las ediciones y el reloj volvía a comenzar, con productos que tenían un valor añadido al original.
Saltemos unas décadas a los años cuarenta. Unos Hermanos Marx ya en declive anuncian su nueva película: Una Noche en Casablanca. Inmediatamente reciben un requerimiento de la Warner Brothers conminándoles a abandonar el uso de la palabra Casablanca por coincidir con el título de su película de 1942 con Bogart y Bergman. Conviene recordar que la película en cuestión no se convirtió en un éxito ni en un clásico hasta mucho después. La respuesta de Groucho a la Warner Brothers no tiene desperdicio:
Estimados Warner Brothers,
Al parecer existe mas de una forma de conquistar una ciudad y mantenerla bajo su dominio. Por ejemplo, hasta el momento en que contemplamos hacer esta película, yo not enía ni idea de que la ciudad de Casablanca pertenecía exclusivamente a la WB. (..)
Parece ser que en 1471 Ferdinand Balboa Warner, su ta-ta-rabuelo, mientras buscaba un atajo para la ciudad de Burbank, arrivó a las costa de Africa (..) y la llamó Casablanca.
Simplemente no entiendo su postura. Estoy convencido de que el aficionado medio, si se estrena la película, podrá distinguir a tiempo entre Ingrid Bergman y Harpo. Yo no se si podría, pero quisiera probarlo.
Pretendéis que poseeis Casablanca y que nadie puede usar el nombre sin vuestro permiso. ¿Y qué hay de Warner Brothers? ¿También os pertenece? Probablemente tengáis los derechos para usar Warner, ¿Pero y Brothers? Profesionalmente, nosotros eramos hermanos mucho antes que vosotros (..) e incluso existían hermanos antes que nosotros (Los hermanos Smith, los Karamazov).
¿Y tú, Jack? También crees que tu nombre es original? Pues no. Ya se usaba mucho antes de tu nacimiento. Así de pronto se me ocurre Jack el destripador, una eminencia en su campo de su época. (..)
Tengo el presentimiemto de que este intento de impedirnos usar el nombre es el fruto de la mente de algún directivo, recien llegado de aprendiz en vuestro departamento legal. Conozco bien a estos tipos, recien salidos de la escuela de derecho, hambriento de éxito, y demasiado ambicioso para seguir las leyes naturales del ascenso. Este directivo manipuló a vuestros abogados, la mayoría buena gente con pelo negro rizado y trajes cruzados, para atacarnos. Pues bien, ¡No lo conseguirá! ¡lucharemos hasta las mas altas instancias judiciales!, ¡Ningún aventurego legal conseguirá hacer mala sangre entre los Hermanos Warner y los Marx!. Todos somos hermanos bajo nuestra piel, y seguiremos siendo amigos hasta que el último rollo de “Una Noche en Casablanca” se pierda en el olvido…
Sinceramente
Groucho Marx
Las “buenas” intenciones de Groucho no surtieron éxito, y la Warner Brothers les conminó a que al menos les mandaran un resumen del guión de la película proyectada. Groucho respondió con una historia tan disparatada que le volvieron a escribir exigiéndole una aclaración. Él accedió y les mandó una mas absurda que la anterior, en la que él, Groucho, interpretaba a “Bordello, el amor de Humphrey Bogart”. Supongo que cansados, esta vez la Warner no respondió y Una Noche en Casablanca se estrenó sin mayores contratiempos en 1946.
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